“El olvido imperfecto” es otra aventura de Goya, el protagonista de “Los hijos de Saturno”, ambos libros editados por Aquilina y prologados por Juan Sasturain.

Dos novelas de Javier Chiabrando que nacen del intento de darle a las novelas de aventuras negras, o novelas negras, una vuelta de tuerca, escapando de esos personajes solitarios y/o borrachines que abundan y cansan.

Goya es un hombre pequeño, casi diminuto, de apenas un metro y medio, pero sabe defenderse de muchas formas. Es lo que aprendió en el internado. Porque era pelear y sobrevivir, o sufrir. Quizá por eso carga con un gran resentimiento. Ese resentimiento que no puede controlar es justamente una parte de ese “olvido imperfecto”, algo que tapó mal en el pasado y que reaparece en esta novela, junto a amigos de su paso por un internado de Madrid.

A pesar de todo, esta novela comienza bien, con un Goya queriendo poner sus cosas en orden. Por eso está haciendo terapia de pareja desde la primera escena. Porque Goya descubrió que para sobrevivir en este mundo revuelto debe hacer terapia, aprender a boxear, e incluso a bailar.

Son los precios que debe pagar para que el mundo se enderece y el pasado se acomode y deje de martirizarlo. Como termina diciendo Sasturain en el prólogo: “Asomarse a las correrías de Goya es como una montaña rusa dentro del tren fantasma pero con sortija de calesita. Y gana siempre el lector”.