Teatro
FUNCIONES A BENEFICIO DEL CENTRO DE AYUDA A LA MUJER MALTRATADA
El Viernes 15 y Sábado 16 de marzo, a las 19, subirán a escena las obras “2041 mi vida de perfil”, de Mario Carneglia, y “Línea de Tres”, de Marcelo Marán, en el Teatro Melany del Centro de Arte RadioCity+RoxyComedy+Melany (San Luis 1750).
Los espectáculos contarán con una entrada libre y por cooperación solidaria, ya que todo lo recaudado será destinado a CAMM (Centro de Ayuda a la Mujer Maltratada), una entidad que nació hace más de 30 años y se sostiene de forma autogestionada e independiente.
Bajo la frase “No estás sola, podemos ayudarte”, el CAMM intenta llegar a esas mujeres que viven en situación de violencia, interpretando el sentimiento de desamparo y soledad, para expresarles que “ya no estarán solas”, que esta institución las acompaña con la escucha empática y con el asesoramiento necesario para sobreponerse a la violencia y construir nuevos vínculos.
La idea de generar conciencia a través del teatro nació de un proyecto de la productora de contenidos Carina Badino, que tiene como objetivo expandir y darle mayor visibilidad y difusión al teatro independiente de Mar del Plata a partir de propuestas que incentiven la reflexión y la transformación social.
Este proyecto fue presentado en 2018 en la competencia “SDGs & Her” de la ONU para mujeres empresarias que demuestren su apoyo a las causas que defiende la ONU a través de distintas herramientas. La iniciativa local quedó entre las 20 primeras de 1200 propuestas de 88 países.
Lucía Cardoso, actriz marplatense y protagonista de “2041 mi vida de perfil” y “Línea de Tres”, contribuye a la realización del proyecto motivada por un profundo deseo personal de poder concientizar, comunicar y contribuir a la comunidad, a través de su trabajo escénico.
LAS OBRAS
Línea de tres narra la historia de tres mujeres que acaban por convertirse en empleadas de limpieza de un supermercado cuando, en principio, había ingresado a la empresa por otros cargos mayores. Sujetas a las miserables condiciones laborales, a la indigencia y a la pobreza extrema, estas mujeres y sus hijos se verán enmarcados en una realidad que las irá convirtiendo en seres alienados cuyo único destino será la tragedia.
La obra tiene como epicentro a la mujer vinculada al ámbito laboral y a la maternidad. Se expone de manera feroz y hostil el maltrato, la desigualdad y la miseria que padecen estos tres personajes femeninos en un contexto donde sus derechos laborales –y humanos- se encuentran desvalorizados por completo. Frente a estas penosas condiciones de trabajo que afectan de manera directa no sólo a estas mujeres, sino también a sus bebés, deciden alzar su voz para reclamar la igualdad de condiciones y su desarrollo íntegro como personas, obteniendo un final completamente trágico.
María, Judith y Edith son personajes que nacieron bajo la pluma de Marcelo Marán, pero también son aquellas jóvenes trabajadoras que murieron en el trágico incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York y son todas las mujeres que han luchado y las que siguen luchando por sus derechos, por la igualdad de género.
Por su parte, “2041, mi vida de perfil” es un unipersonal que plantea un mundo disfuncional y futurista en el que ha dejado de existir el contacto real entre los seres humanos; la comunicación y los vínculos con el resto de las personas y el mundo ha pasado a ser estrictamente virtual. Allí se encuentra Helena, la protagonista. Encerrada y sola desde su casa a la que ella denomina ‘cueva’, anhela fervientemente una caricia, un abrazo, un gesto que inútilmente intenta conseguir desde los dispositivos ficcionales que la rodean y que la reducen a una mujer deseante que debe construirse tantas caras como las que sean necesarias para gustar.
Es el objeto de consumo de su audiencia virtual, que es masculina, en su mayor medida. “Gustar es la clave, la ética, la moral, la religión, el único dogma en ese mundo apocalíptico de la obra”.(1) 2041 es una metáfora de nuestra actualidad, de una sociedad devorada por el consumismo donde la mujer ha pasado a convertirse en una mercancía destinada al disfrute. Se expone de manera despiadada esta forma de violencia simbólica que somete a todas las mujeres y que en nuestra realidad resulta casi imperceptible. ¿Hasta dónde es capaz de llegar la protagonista en su afán de gustar? ¿Hasta qué punto los medios de comunicación y el consumismo penetran en su vida, convirtiéndola en un sujeto manipulado o, más bien, en un objeto destinado al consumo masivo de la audiencia virtual? (1) Paola Galano, periodista